El Real Betis se estrena en La Cartuja con una victoria trabajada y cargada de simbolismo frente al Deportivo Alavés. No era un partido cualquiera: era la primera cita oficial del conjunto verdiblanco en el estadio olímpico, con el recuerdo de aquella final de copa y el reto de convertir un estadio frío y monumental en un hogar verdiblanco. El resultado, un ajustado 1-0 gracias a un gol de Gio Lo Celso en el minuto 16, supo a algo más que tres puntos: fue un triunfo con valor emocional y una declaración de intenciones en un nuevo escenario.
El encuentro empezó con ritmo, con un Betis dominador, agresivo en la presión y dinámico en ataque. Altimira robó un balón clave, lo sirvió hacia el área, y tras un rebote el argentino Lo Celso apareció para definir con la pierna menos hábil. Ese tanto tempranero no solo puso en ventaja al equipo de Pellegrini, sino que le permitió asentarse y manejar el partido a su antojo durante buena parte de la primera mitad. El Alavés, con Coudet en el banquillo, mostró intenciones de incomodar, pero poco a poco fue perdiendo fuelle, incapaz de sostener la intensidad inicial frente a un Betis que supo contemporizar con inteligencia.
El segundo tiempo fue otra historia: menos brillante, más tenso y con un Alavés que buscó con insistencia el empate. En ese tramo emergió la figura de Pau López, providencial en varias intervenciones que evitaron que la fiesta verdiblanca se aguara. También hubo ocasiones para ampliar la ventaja, un disparo al palo, un cabezazo de Cucho…, pero el Betis, fiel a la prudencia de Pellegrini, priorizó el control defensivo antes que lanzarse al intercambio de golpes. Fue un triunfo corto, sí, pero absolutamente merecido. Y sobre todo, cargado de carácter. El equipo se reencontró con la solidez que tanto necesitaba, mejorando así el partido como visitante frente al Elche.
Más allá del césped, la noche en La Cartuja también dejó su propio partido en los accesos y la movilidad. Existía un miedo generalizado a los atascos interminables, y en parte estaba justificado. Personalmente, en la llegada, por la ronda norte acumuló retenciones de hasta una hora que pusieron a prueba la paciencia de muchos aficionados. Yo mismo lo viví y reconozco que la entrada fue complicada. Sin embargo, la sorpresa llegó a la salida: pese al volumen de coches, el dispositivo funcionó de manera eficiente y la evacuación fue fluida y rápida. Esa dualidad entre la dureza de la llegada y la espléndida salida invita a la cautela, porque una sola experiencia no basta para dictar sentencia. Habrá que esperar a los próximos encuentros para confirmar si Sevilla ha encontrado la fórmula para domar el monstruo de tráfico que supone llenar La Cartuja en días de eventos.
En definitiva, el Betis inauguró su etapa en La Cartuja con un triunfo que vale tanto en la clasificación como en lo anímico. El gol de Lo Celso, la seguridad de Pau López y la seriedad táctica de Pellegrini fueron argumentos suficientes para superar a un Alavés digno pero insuficiente. Y en paralelo, la afición bética convirtió un estadio inmenso en un hervidero verdiblanco. Ahora queda por ver si el equipo convierte esa victoria inicial en costumbre y si la ciudad consigue que la fiesta del fútbol no se transforme en un suplicio de atascos. Por lo pronto, la primera prueba ha dejado buen sabor: en el césped, tres puntos; en la carretera, una experiencia personal mejor de lo esperado.