Puede sonar a tópico, pero no sé como empezar esta previa. Entré en este humilde portal en 2016, intentando saciar mis ganas de escribir sobre el Real Betis Balompié. Me acuerdo perfectamente de mi primer artículo. Escribí sobre Heiko Westermann (hoy ayudante de Flick en el Barça), que volvía tras superar una lesión. Más de 1200 artículos llevan mi firma, y puede ser la primera vez que me veo delante del teclado bloqueado. No me había pasado nunca.
Mi cuerpo es una coctelera de emociones. A ratos lloro, me emociono. Reconozco que siento miedo ante la oportunidad única que hay entre manos. A veces me vengo arriba y me ilusiono. Y hay momentos, donde no soy consciente de que el Real Betis Balompié está en una final europea. No sé si esto que estoy experimentando estos días, y en las horas previas, le habrá pasado más gente. Pero esto deber ser aquello que dicen «el Betis es una forma de vivir». Porque a mí me está haciendo sentir tantas cosas, tantas emociones…
Es la primera vez que escribo un artículo sin guion, totalmente improvisado. Sin mirar resultados, jugadores lesionados y cosas del estilo. No quiero hablar de fútbol, de estilos de juego, o futbolistas a tener en cuenta. No me apetece, no me sale. Porque este partido transciende a lo meramente futbolístico. Al menos desde el lado bético. Más de 15000 personas en Polonia, más de 45000 en el Benito Villamarín viendo el encuentro desde la pantalla gigante. Y muchos más desde más rincones de Andalucia, de España o del mundo. Es el partido de nuestra vidas, y eso supera cualquier cosa.
Del rival hay poco de decir. Cuando tenía 15 años, en ese famoso Betis-Chelsea de Champions, yo estaba en el Benito Villamarín. El temible equipo de Jose Mourinho claudicaba en suelo verdiblanco gracias a un gol de Dani. Canterano, sevillano y trianero. Más esencia imposible. Aquel día, yo sentir vibrar el hormigón del estadio sobre mis pies. Yo sentí como cada posesión del conjunto inglés era contestada con silbidos y golpes en asientos y vallas como si un cántico de guerra se tratara. El Betis venció 1-0, y la afición ganó ese partido. No me cabe la menor duda que todos, los que están en Polonia, en Sevilla, desde bares y recintos, o simplemente los que verán la final en casa, empujarán como aquella mágica noche.
Porque contra el Chelsea, el Betis consiguió su primera victoria en Champions de su historia. Y 20 años después, con el mismo rival, el conjunto de las trece barras puede ganar su primer título europeo. No creo en las casualidades, ni en las profecías que dicen que cada vez que se muere un papa, el Betis toca plata. Solo espero que haya un poco de justicia divina, y el fútbol, nos devuelva algo de lo que nos ha quitado otras veces.
Esto va de ganar, y todos los béticos/as quieren eso. Pero una cosa hay clara, que pase lo que pase, siempre elegiremos al Betis. Así lo hemos hecho después de temporadas infaustas, descensos, derrotas y decepciones. ¿Cómo no vamos a estar ahora después de hacernos soñar? La fidelidad, lealtad y amor por el club está por encima de todo.
Posibles onces


No sé si me habrá quedado una buena previa. Si será mejor o peor que otras. Lo que sí tengo claro, es que me ha salido del corazón. Qué me ha servido para calmar mis nervios, desahogarme y recomponerme, aunque sean algunos minutos. Porque después de ponerle el punto final, volverá el llanto, la ilusión, el miedo, la fe… Así soy yo. Un bético que te volvería a elegir siempre. Un bético que quiere ser feliz esta noche gracias a ti. Y si no es así, aquí estaremos, porque nunca te vamos a dejar solo.