Era Junio de 2017 y el Betis cerraba otra temporada mediocre en la que había vuelto a tener tres entrenadores, mal juego, malos resultados y una salvaciÃín sencillamente porque había tres equipos peores por abajo.
Fue entonces cuando se anunció la vuelta de Lorenzo Serra Ferrer al conjunto verdiblanco, aunque en esta ocasión no se pondría el chándal para entrenar al equipo, sino que regresaba para ocupar un despacho como vicepresidente deportivo.
A todo el beticismo le invadió una profunda alegría ya que el balear siempre había sido sinónimo de éxito en el Villamarín, a pesar de que, por aquel entonces, no se sabía muy bien cómo sería el desempeño del mallorquín en ese cargo.
Lo primero que hizo fue incorporar lo más importante en un equipo de fútbol, el entrenador, problema que ha venido sufriendo la entidad de La Palmera en los últimos años. El elegido, una vieja aspiración bética de los últimos años, el cántabro Quique Setién, que venía de realizar buenas temporadas con Las Palmas y Lugo, y estaba precedido por la fama de ser un gran entrenador con un gusto exquisito por el buen trato del balón como camino del éxito.
Conforme iba transcurriendo el verano, Serra Ferrer iba dotando al míster verdiblanco de las herramientas necesarias para poner en práctica su filosofía de fútbol, así fueron llegando jugadores importantes, y de calidad, como hacía tiempo que no se veían por Heliópolis: Tello, Barragán, Feddal, Javi García, Guardado, Sergio León, Amat, Campbell, Boudebouz y Camarasa.
Poco a poco empezó a verse un Betis con un cara muy distinta, que quería el balón e iba a por la victoria con fe y ambición.
Comenzó la temporada como un cohete, instalado en los puestos altos y dando alegrías sonadas como la victoria en el Bernabeu o el partido ante el Levante en el Villamarín. La fiel hinchada verdiblanca comenzaba a disfrutar de nuevo con su equipo y empezaba a pensar en algo grande pero, fiel a su centenaria historia, el Betis capaz de lo mejor y de lo peor, comenzó a mostrar su peor versión . El cuadro de Setién encadenó dos meses sin ganar en Liga, encajando bastantes goles y lo que es peor, cayendo eliminado en Copa del Rey, tras el bochornoso partido ante el Cádiz en casa.
Cuando todo apuntaba a que el míster sería una víctima más de la «trituradora» que había sido hasta entonces el banquillo verdiblanco. Los actuales dirigentes demostraron una gran madurez y paciencia y dicidieron mantener a Setién en el cargo, en contra de lo que opinaba una parte importante de la hinchada verdiblanca. Al contrario de lo que se podría suponer, el cántabro supo rectificar y hacer varias modificaciones y el equipo subió como la espuma. El Betis dejó de encajar tantos goles y rentabilizó más los que marcaba; teniendo una gran responsabilidad en ello, el fichaje invernal de Bartra, todo un líder en la zaga verdiblanca, así como el canterano Loren, un delantero con calidad y gol. El conjunto de las trece barras saldó una deuda histórica, goleando al eterno rival en su estadio y fue capaz de enlazar hasta seis victorias consecutivas, lo que recientemente ha dispuesto la consecución de un objetivo tan deseado como inesperado: clasificarse de manera matemática para la Europa League.
Ahora, quedan por delante solo tres jornadas en las que tratará de asegurarse el quinto puesto, lo que le permitirá ahorrarse las fases previas. Sin dejar de lado la ilusión por hacerse con el derbi, una cita importante a nivel deportivo y una deuda de honor.
El futuro se presenta aun más ilusionante porque se sigue trabajando sin descanso y es que, sin terminar todavía la temporada, ya se rumorea que hay algunos jugadores de calidad «atados» para el próximo curso.
En este punto sí se puede decir alto y claro que en el Betis se proclama un estado de ilusión que, de seguro, abrirá el camino a un sinfín de éxitos futuros.