Tomas Olías fue un defensa central que jugó en el Betis desde el año 1993 hasta 1999, y destacó por su pundonor y entrega y así como una gran regularidad en su rendimiento.
El madrileño venía destacando en la División de Plata en equipos como el Moscardó o el Marbella. Por todo ello, no era de extrañar que de cara a la 93/94 y sobre todo, después de que su anterior entrenador Sergio Kresic, firmara por el Betis y pidiese los fichajes de sus compañeros Txirri y Comas, también se uniera a la lista. De este modo, se convirtió en verdiblanco, iniciando la que, sin duda alguna, sería la mejor etapa de su carrera deportiva. Empezando por esa misma campaña, en la que alcanzó los 28 partidos, logró cuatros goles, llegó a las ‘semis’ de Copa (eliminación del Barcelona del ‘Dream Team’ incluida) y consiguió ascender a Primera División.
A pesar de que Kresic fue cesado a falta de doce partidos, Olías siguió siendo un fijo también para su sustituto Lorenzo Serra Ferrer. De hecho, en la 94/95 jugó 16 envites y anotó una diana, al Valencia. Con ello, pudo cumplir su sueño de debutar en en Primera División, donde la escuadra de las trece barras dejó atrás cualquier complejo logrando un tercer puesto que le abrió de par en par las puertas de Europa.
Olías seguía creciendo y sus números así se encargaron de demostrarlo. Durante la 95/96 estuvo sobre el césped en 32 ocasiones, pese a que no tuvo puntería de cara al marco contrario en ninguna de ellas. No obstante, su polivalencia, que le permitían jugar tanto como mediocentro defensivo o central, y su capacidad de lucha y briega ya le habían facilitado tener un hueco en el corazoncito de la afición, que le puso el apodo de «Monseñor», por su calvicie en la coronilla.
Y llegó la 96/97 que fue histórica. Primero, en la Liga, donde el equipo acabó cuarto y, entre otros logros, protagonizó una goleada en el Sánchez Pizjuán, donde un tanto suyo desde 30 metros, el que significó el 0-3, le llevó al ‘Olimpo’ heliopolitano. Pero, además de eso logró cuatro dianas más repartidas entre un total de 28 choques.
Pero esto no acaba ahí, el conjunto del Villamarín fue finalista de Copa, cayendo en los últimos instantes de la prórroga frente al Barcelona (3-2). Olías vivió ‘in situ’ aquel desenlace, ya que sustituyó en el 85’ a Nadj, viendo como un tanto de Figo, cuando todo el mundo pensaba ya en los penaltis, hizo que se escapase rumbo a la ciudad condal lo único que le faltó a aquel Betis de ensueño: un trofeo.
Sea como fuere, en la 97/98, y ya con Luis Aragonés en el banquillo, siguió siendo más o menos habitual en las alineaciones, alcanzando los 29 partidos y un gol. Igualmente, con Cantatore y Clemente, en la 98/99 prácticamente calcó esos guarismos.
Pese a todo, cuando llegó el mes de junio y se confirmó la llegada de Griguol, hizo las maletas, buscando un nuevo destino, al no contar en los planes del argentino desde el inicio de la pretemporada.
El bueno de Olias recaló en la Palmas, y en 2003 terminó su carrera deportiva en el Levante. Aunque cambió de colores, el central ya se ganó el cariño y el reconocimiento de una afición a la que levantó de su asiento muchas veces.