El ex entrenador bético falleció ayer a los 97 años de edad
Todo el beticismo, en mayor o menor medida, se acuerda de lo que pasó aquella noche del 25 de Junio en el Vicente Calderón. Real Betis y Athletic de Bilbao disputaban la final de la I Copa del Rey. Partido duro, que tuvo que extenderse hasta la prórroga. 2-2 en el marcador y el encuentro tuvo que decidirse en la tanda de penaltis. El resultado ya está en los anales de este centenario club. Tras 19 penas máximas lanzadas, Esnaola detuvo el lanzamiento de Iribar en la muerte súbita y se proclamó campeón de la I Copa de Rey. Así ganaba el Betis la primera copa de su majestad, y dejaba atrás una sequía de más de 40 años sin levantar un título.
De esta manera, Rafael Iriondo, técnico bético en aquella final, dejaba su impronta para siempre en la historia verdiblanca, y escribía uno de los capítulos más bonitos del equipo de las trece barras.
El técnico de Gernika- otro ejemplo del buen quehacer que han tenido los vascos en nuestro equipo-formó parte de unos de los conjuntos más añorados y cuyo recuerdo sigue incandescente en la memoria de la afición bética. Nombres como Rogelio, Biosca, Esnaola, Bizcocho, Cardeñosa, Alabanda o Gordillo fueron dirigidos por el gran Iriondo, formando así una de las mejores generaciones de futbolistas que han pisado el Benito Villamarín. Tal fue el vínculo creado entre ellos, que año tras año se reúnen para rememorar y conmemorar el logro de aquel preciado trofeo.
El periplo de Rafael Iriondo en el Betis se reparte en dos etapas. La primera, la más triunfal, fue en la temporada 76-77, clasificó al equipo en quinta posición y consiguió la gran hazaña de ganar la citada copa. A la temporada siguiente también fue protagonista en aquellas mágicas noches de recopa como la remontada al Milán o la victoria ante el Lokomotive de Leipzig. Sin embargo, el final del curso fue más trágico de lo debido y el Betis descendió a segunda. Abandonó el club para volver años más tarde, en el 81, pero no terminó la temporada a falta de cinco jornadas. Pero no pasa nada, su nombre ya estaba escribo en lo más profundo del Betis, y su hazaña recordada por los béticos del lugar. En total fueron 115 partidos en los que estuvo al mando del banquillo de Heliopolis, donde dejó muestra de su elegancia y su gusto por el buen trato del balón.
No sólo es leyenda en el club verdiblanco, sino también es considerado un mito en el Athletic de Bilbao. Ganó 4 ligas con los leones formando una de las delanteras más conocidas del fútbol vasco junto con Zarra, Venancio, Panizo y Gainza.
El Real Betis Balompié rendirá en el partido contra el Rayo un merecido minuto de silencio en su honor, a un hombre que nos hizo grande, que nos devolvió a la senda de la gloría y que enseñó la grandeza del Betis por toda Europa.