Rodri y el Betis, un amor a primera vista

Rodri y el Betis, un amor a primera vista

Foto vía «El Desmarque» de Kiko Hurtado

El amor es algo tan complejo que cada uno lo siente de una manera. Si nos vamos a la definición etimológica de la palabra, «enamorarse», una de sus acepciones es «pasar a sentir entusiasmo o gran afición por una cosa». Hay muchas formas de sentir amor. Habrá gente que necesite tiempo, descubrir cosas que le atraigan o sentir la necesidad de estar cerca de esa persona. Otros sin embargo, se enamoran a primera vista. Sienten ese flechazo, y tras él, quedan prendados. Y creo que esto es lo que puede resumir la historia entre Rodri y el Betis.

Rodri Sánchez es uno de esos ejemplos que cuando el Betis te atrapa es imposible escapar. En Talayuela se empezó a cultivar un talento innato para el fútbol de carácter introvertido. Unos primeros pasos en el fútbol lleno de sacrifio familiar y de muchos kilometros. La calidad y el fútbol estaba presente, pero no llegaba a florecer. Pasó por las canteras del Real Madrid, Atlético de Madrid, Real Club Deportivo Espanyol, FC Barcelona y Deportivo La Coruña, sin poder alcanzar la estabilidad que todos buscaban. Todo eso implicaba más viajes, más distancia, más desgaste. Pero fue en la Masía, tras coincidir con un bético de cuna como es Juan Miranda, donde Rodri, quizás sin saberlo, empezó a enamorarse del Betis.

Su propio padre en una entrevista reciente comenta que esa pasión por las trece barras, le viene por coincidir con Miranda, que le cogía su portátil para ver al Betis. Como toda historia, así se empezaría a escribir los primeros capítulos. Desde la distancia, y sin pensar que se podía hacer realidad. Hasta que en 2016 sus caminos se cruzarían. El Betis puso sus ojos en él, y Rodri, que ya tenía una pasión cultivada por el verdiblanco, recaló en los juveniles. Solo sería el principio de un crecimiento de la mano de José Juan Romero, su principal valedor, que apostó por él y le empezó a dar su sitio.

A Rodri sólo le faltaba eso. Confianza y encontrar su sitio. Y estaba claro que él sabía que el Betis lo era. Ama al Betis. No lo digo yo, lo dice el padre del jugador y también ha salido de su boca. Son palabras de una persona agradecida, que no lo ha pasado bien en el mundo del fútbol y que ahora ve recompensado todo su esfuerzo. El que ha cultivado la pasión verdiblanca desde la lejanía y que ahora tiene la opción de dejarse la vida por esos colores.

Su renovación se da por hecha. El diamante en bruto que siempre ha sido se sigue puliendo y cada vez gusta más la forma que va adquiriendo. Tanto en Heliopolis como con la elástica de su país. Sigue quemando etapas a un ritmo asombroso. Disfruta porque nadie te ha regalado nada.

Parece que a su historia le quedan muchos años por vivir. A este amor le quedan muchas citas por ver en un Villamarín que no puede ser mejor testigo de una pasión que ha florecido fuera de sus paredes. Por algo el Betis es especial. Por algo es universal.