Diario de un «Betis on Tour»

Diario de un «Betis on Tour»

Como definir la ilusión que genera a un bético un desplazamiento para ir a ver a su equipo. Intentaré aportar lo que yo siento y vivo en cada desplazamiento que he realizado en mi vida. Todo aquel que haya hecho uno sabe ese cosquilleo que se tiene, por no nombrar la emoción de ir a ver al club de sus amores. Para este artículo quiero empezar con el último desplazamiento que he realizado. No es el que mejor ha acabado, pero creo que es el más adecuado. Pues vamos allá.

Para empezar, yo resido en Cataluña, y eso quiere decir que estoy a más de 1000 kms de nuestro templo. Todo empieza cuando se realiza el sorteo de los partidos de la Liga. Ahí empieza mi locura para ver a los desplazamientos que pudiera ir y que por fechas me coincidan. También valoro qué partidos coinciden en fechas que pueda estar en Sevilla de visita a la familia para aprovechar e ir al estadio a verlos y disfrutar del ambiente y del equipo.

Una vez que lo estudio todo, lo hablo con mi mujer y mis hijas. Sí, eso habéis leído, mi mujer y mis hijas. Me encanta que ellas vivan ese ambiente tan bonito que se monta alrededor de nuestro apreciado equipo en un desplazamiento. Ya decidido cuál puede ser el viaje, empiezo a mirar kms por carretera, vuelos si son muchos kms, alojamiento…etc. Da igual si todavía no han fijado el día y hora del partido, yo busco todo para estar preparado.

Pues después de todo esto, llega el día de ir hacia el lugar elegido, en esta ocasión es Valencia. Los nervios empiezan a surgir por tu cuerpo y tu cabeza empieza a ver posibles resultados. Ese día duermes poco, sobre todo si tienes que levantarte a las 4 de la mañana para salir a la capital del Turia. 4 horas de camino soñando despierto con miles de cosas, como de a quien vas a conocer este desplazamiento, gente que has quedado y nunca has visto y solo conoces por Twitter, de ver a los que sí conoces y llevas tiempo sin ver y quieres estar con ellos de previa…

Así llegas al destino, esta vez bastante temprano por has hecho ir a tu hija que trabaja en Madrid en tren hasta Valencia. Una vez toda la familia junta visitas un poco la ciudad para ver lugares que no has visto nunca o los rincones más emblemáticos. En este viaje en concreto me desplazo al hotel de concentración para disfrutar de los aficionados que allí se agolpan para intentar ver a los jugadores, cuerpo técnico o directiva. Es espectacular ver la cantidad de gente que va y se hace fotos con ellos e incluso al lado del autobús. Para muchos de vosotros os parecerá extraño pero cuando resides fuera de Sevilla y de la ciudad del Betis es muy gratificante estos momentos.

Yo personalmente he tenido la gran suerte de poder cruzar palabras con nuestro entrenador y más gente del cuerpo técnico, con leyendas béticas como Don Rafael Gordillo e incluso con algunos jugadores que bajan para deleite de los que allí estábamos. A partir de ese momento llega lo que podemos considerar entrar en la previa. La comida organizada con otros béticos de otros lugares de España, de la misma ciudad e incluso alguno del equipo contrario porque en nuestras previas no dejamos a nadie fuera. Os preguntaréis porque digo esto, pues es sencillo. Queremos que todos vivan nuestro ambiente, nuestro amor por esto colores y entiendan el por qué somos la mejor afición.

La comida espectacular. Paella valenciana, pulpo, calamares…etc. después de compartir vivencias, aventuras e historias, nos dirigimos hacia el lugar de la quedada con más béticos desplazados. En este caso en la Plaza del Cedro, a pocos minutos andando de Mestalla. Allí se pudieron reunir alrededor de unos 200-300 seguidores. Cánticos, risas, familia, buen ambiente, diversión y nuevos conocidos que ya quedarán de por vida.

Una vez la policía te dice que hay que ir hacia el campo, empieza esa romería de cánticos e ilusión para por fin disfrutar del partido. Lo demás prácticamente es una lotería. Se puede ganar, empatar o perder pero siempre animando. Y eso que el resultado, y las condiciones climatólogicas del encuentro no lo pusieron fácil, porque la de agua que calló aquella noche en Valencia no fue normal.

Y como podéis imaginar esta vez el viaje de regreso no fue el más placentero del mundo por el resultado, aunque la experiencia y todo lo vivido durante esas horas siempre será inolvidable. Es algo, que todo bético tiene que poder hacer una vez en su vida. No hay nada más bonito que hacer beticismo en las calles y llenar de verdiblanco los rincones de la ciudad que visitas. Deseando de poder empezar a organizar el siguiente.